miércoles, 22 de septiembre de 2010

¿En qué se basa la efectividad?

Superarnos día a  día es uno de nuestros mayores retos. Constantemente queremos mejorar, pero,  ¿qué podemos hacer al respecto? Podemos hacer muchas cosas, pero una de nuestras prioridades debe ser pensar en ser más efectivos. De hecho, es importante recordar que la efectividad no solo se centra en resultados, sino en cómo obtenerlos. Es así que la verdadera efectividad se basa en desarrollar hábitos tan pronto como sea posible en la vida, y conservarlos siempre, como plantea Stephen Covey en el libro “Los 7 hábitos de la gente altamente recomendable”.

Para comenzar el proceso de ser más efectivos, debemos entender qué es la efectividad. La efectividad puede ser definida como “la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera” (www.rae.es), y esta capacidad se refiere a las herramientas que podemos usar para lograr resultados: los hábitos. La primera gran dimensión de la efectividad es la de las victorias privadas, es decir, primero tenemos que centrarnos en los elementos que solo dependen de nosotros. El primer hábito es ser proactivo. Ser proactivo es mucho más que solo tomar la iniciativa, es ser responsables de nuestra propia vida. Esto significa que nosotros podemos decidir sobre la misma pues tenemos la libertad de hacerlo. El segundo hábito es empezar con un fin en mente. Supone ser nuestros propios líderes, para saber a dónde queremos llegar y darle sentido a nuestra vida. El tercer hábito es establecer primero lo primero. Esto supone tomar muchas decisiones para priorizar entre lo que es importante y lo que es urgente. Estos primeros tres hábitos se centran en nosotros, por eso son parte de las victorias privadas.

La verdadera efectividad, como podemos entender, no solo se basa en victorias privadas, sino también en las victorias públicas, en no solo pensar en nosotros sino también en los demás. El cuarto hábito es pensar en ganar/ganar. Este es el hábito de nuestro beneficio y el de los demás. Si solo pensamos en nosotros, no podremos alcanzar el bien común, y por consiguiente, la equidad. El quinto hábito es procurar primero comprender, y después ser comprendido. Esto supone que uno deber mantener una comunicación efectiva con otras personas, escucharlas y entender sus ideas, para poder convivir en armonía y con respeto. El sexto hábito es sinergizar. Este hábito se relaciona con el dicho “dos cabezas piensan mejor que una”. Sinergizar supone entender las diferencias y aprovechar las capacidades de todas las personas para trabajar en equipo y conseguir mejores logros, así como tener nuevas ideas para poder innovar constantemente.

La efectividad no se limita a desarrollar y aplicar los hábitos anteriormente mencionados. Entonces, ¿cuál es el hábito que falta? El séptimo hábito, afilar la sierra, supone pensar en mejorar continuamente, y para ello primero tenemos que hacer un balance de nuestra vida: ¿Qué cosas funcionan? ¿Qué no funciona? Debemos corregir aquellas cosas que puedan limitar nuestro desarrollo  y a corto y largo plazo, la efectividad que deseamos lograr.

Finalmente, la efectividad se alcanza siguiendo un proceso lleno de cambios y reflexiones durante toda la vida. Para ello, debemos modificar todo lo que consideremos necesario para ser más efectivos y por supuesto, no olvidar lo importante que es “afilar la sierra” siempre. 



¿Quieres escuchar a Stephen Covey hablando de los “7 Hábitos de la gente altamente efectiva?






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